Vivir y estudiar en la era de la IA
Nunca antes una generación había tenido tanto poder tecnológico en la palma de la mano. Nuestros padres fueron nativos digitales: crecieron con internet, redes sociales y smartphones. Nosotros, en cambio, estamos convirtiéndonos en nativos de la inteligencia artificial.
Estudiar, escribir, organizar una idea o resolver una tarea ya no depende solo de lo que recordamos o lo que podemos buscar en un libro. Hoy basta abrir ChatGPT, teclear una pregunta y recibir en segundos un texto que, hace una década, nos habría tomado horas.
Pero aquí surge la pregunta incómoda: ¿qué pasa con nuestra mente cuando delegamos tanto en una IA?
Lo que la ciencia empieza a mostrar
Un estudio reciente del MIT Media Lab nos dio una primera pista. En “Your Brain on ChatGPT” (arxiv.org), investigadores analizaron cómo cambia la actividad cerebral de los estudiantes cuando usan ChatGPT para escribir ensayos.
Los hallazgos sorprendieron incluso a los propios autores:
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- Quienes escribieron solo con su mente (sin IA) mostraron más activación cerebral y mejor recuerdo de lo que habían escrito.
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- Quienes usaron ChatGPT desde el principio tendieron a recordar menos y a sentir menos “propiedad” sobre su texto.
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- Pero, lo más interesante, fue lo que ocurrió con quienes primero trabajaron sin IA y luego la incorporaron: su cerebro se activó más y sus resultados fueron mejores.
En otras palabras: no es que la IA nos “vuelva tontos”, sino que depende de cómo la integramos en el proceso de pensar.
Y no están solos en esta conclusión. Investigaciones recientes señalan lo mismo:
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- El sociólogo Gerlich (2025) explica que delegar demasiado en la IA provoca offloading cognitivo, es decir, el cerebro se acostumbra a no hacer ciertos esfuerzos y pierde agilidad (MDPI).
- Otro estudio, Modifying AI, Enhancing Essays (arxiv.org), mostró que los estudiantes que editan y transforman lo que la IA produce obtienen ensayos más sólidos y originales que quienes lo aceptan sin cambios.
El riesgo de poner el cerebro en piloto automático
Imagínalo así: usar IA desde el inicio y sin filtros es como entrar a un gimnasio con una máquina que hace todas las repeticiones por ti. Sales con la ilusión de haber entrenado, pero tu músculo no se movió.
Si siempre dejamos que ChatGPT escriba, organice o piense por nosotros, corremos el riesgo de perder memoria, disminuir nuestra creatividad y sentir menos conexión con lo que producimos.
Y, lo más preocupante, puede que no lo notemos hasta que intentamos pensar por nuestra cuenta y descubrimos que cuesta más trabajo de lo esperado.
Cómo relacionarnos mejor con la IA
La buena noticia es que no tenemos que elegir entre ser “pro-IA” o “anti-IA”. El reto está en encontrar una relación equilibrada, donde la tecnología potencie, y no reemplace, nuestras capacidades.
Algunas prácticas sencillas pueden marcar la diferencia:
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- Primero piensa, luego pregunta. Haz un esquema o un borrador sin ayuda. La IA puede mejorar lo que ya existe, pero no debería ser tu punto de partida.
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- Usa la IA como editor, no como autor. Toma lo que genera, modifícalo, añade ejemplos propios y dale tu voz.
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- Entrena tu mente en solitario. Reserva momentos para escribir o debatir sin apoyos. Es tu “gimnasio mental”.
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- Haz de la IA tu espejo crítico. Pídele que encuentre fallos, contraargumentos o sesgos en tu trabajo. Eso te obligará a refinar tus ideas.
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- Sé dueño de lo que publicas. Antes de entregar un texto, pregúntate: ¿refleja lo que pienso o solo lo que una máquina generó?
Una responsabilidad de nuestra generación
Ser nativos de la IA no es solo un privilegio: también es una responsabilidad. Somos quienes vamos a marcar el estándar de cómo se estudia, se investiga y se crea en esta nueva era.
Las universidades lo saben. De hecho, instituciones como Harvard o UNC ya han publicado guías para el uso ético y responsable de la IA en el aula (Harvard OUE). En ESIC Medellín compartimos esa visión: no basta con dominar la herramienta, hay que aprender a decidir cuándo y cómo usarla.
Entonces
ChatGPT no es enemigo de nuestra mente. Al contrario: bien usado, puede ser un aliado para pensar mejor, aprender más y expandir nuestra creatividad. Pero mal usado, puede llevarnos a poner el cerebro en piloto automático.
La clave está en la forma de la relación:
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- AI → Brain (dejar que la IA piense por nosotros) puede debilitarnos.
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- Brain → AI (usar la mente primero y luego la IA como apoyo) puede fortalecernos.
La decisión está en nuestras manos. Y tal vez este sea el verdadero sello de ser nativos de la IA: saber aprovechar la herramienta sin renunciar al músculo más valioso que tenemos, nuestro propio pensamiento.
Gracias por llegar hasta aquí, esperamos que te haya dejado algo útil 👋
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