Nunca olvidaré la emoción que sentí al entrar a ESIC esa mañana. El aire estaba cargado de anticipación mientras mis compañeros y yo nos preparábamos para el desafío que nos pondría a prueba. Era el inicio de la Semana ByEsic, un evento que, sin saberlo entonces, cambiaría mi perspectiva sobre los negocios internacionales.
El reto era intimidante: teníamos que llevar una marca colombiana al competitivo mercado español. ¿Cómo íbamos a lograrlo? A medida que avanzaba la semana, los pasillos se llenaron de frases que se convirtieron en nuestros mantras: “Enamórate del problema, no de la solución”, nos recordábamos unos a otros. “¿Cómo es realmente nuestro mercado? ¿Qué necesita?”, nos preguntamos constantemente. Y mi favorita: “No basta con tener un gran producto. ¿Cómo vamos a penetrar el mercado?”.
Tuvimos la suerte de contar con Javier, un experto de ESIC España, quien nos guió a través de un intenso bootcamp. Sus enseñanzas no solo nos proporcionaron herramientas valiosas, sino que nos enseñaron a hacernos las preguntas correctas, algo que resultó ser invaluable.
Cada día era una montaña rusa de emociones y aprendizajes. Por las mañanas, absorbíamos como esponjas todo lo que Javier nos enseñaba. Después del tan necesario café de media mañana, nos sumergíamos en el trabajo en equipo. Fue aquí donde realmente sentí el desafío. No solo estábamos lidiando con estrategias de mercado, sino también aprendiendo a trabajar con personas que apenas conocíamos. Liderazgo, comunicación efectiva, reconocer las fortalezas de cada uno… estas habilidades se volvieron tan cruciales como nuestro análisis de mercado.
Las tardes las pasábamos puliendo nuestras estrategias en sesiones de asesoría. Recuerdo vívidamente cómo nuestras ideas iban tomando forma, cómo los problemas que parecían insuperables por la mañana encontraban soluciones innovadoras por la tarde.
Y entonces llegó el viernes. El nerviosismo era palpable en el auditorio mientras cada equipo se preparaba para presentar. Vi a mis compañeros vestidos completamente de negro, otros presentando una estrategia audaz para pulpas de fruta que no requerían refrigeración. Otro equipo sorprendió a todos con una propuesta de productos afrodisíacos, desafiando tabúes y explorando nichos que ni siquiera sabía que existían. Cada presentación era una ventana a la creatividad y el arduo trabajo que todos habíamos invertido.
Cuando anunciaron al equipo ganador, sentí una mezcla de emociones. Aunque mi equipo no se llevó el primer lugar, me di cuenta de que todos habíamos ganado de alguna manera. Habíamos ganado experiencia, conocimientos y, sobre todo, una nueva perspectiva sobre lo que significa enfrentar desafíos en el mundo de los negocios internacionales.
La Semana ByEsic no había sido solo un concurso; había sido un viaje de descubrimiento, colaboración y crecimiento personal. Me di cuenta de que estaba un paso más cerca de convertirme en la líder empresarial que aspiraba ser.
Ahora, con la mente llena de ideas y el corazón rebosante de posibilidades, no puedo esperar a ver qué desafíos nos traerá la próxima Semana ByEsic. Una cosa es segura: estaré lista para enfrentarlos con todo lo que he aprendido.
